Como siempre, acompañan esta entrada archivos .pdf con las publicaciones analizadas. El objetivo de las mismas no es sólo ilustrativo, la fuente original permite al lector sacar conclusiones y análisis propios. Nos gustaría mucho recibir algunos comentarios al respecto
¿Pasaba, pasó o pasa?
Finalizaba junio de 1966 cuando el Dr. Arturo Humberto Illia fue
derrocado por la denominada Revolución Argentina.
El nuevo gobierno anunciaba la recomposición de una
Argentina que ya no podía seguir así y se pone el énfasis en resolver los
problemas en la división de los argentinos y las dificultades económicas. Las
revistas PANORAMA y PRIMERA PLANA, acompañadas entre otras publicaciones por
GENTE Y LA ACTUALIDAD, presentaban al presidente con una débil forma de
gobernar y de no tomar las medidas de fondo que pusieran al país a la altura de
los mejores países del mundo.
Durante la presidencia de Illia, Juan Carlos Pugliese
fue ministro de economía. Sobre sus medidas escribe Enrique Vázquez en
la Revista Humor de junio de 1982. Dice que "este hombre recibió un país
con la economía desflecada, con un Producto Bruto Interno negativo (-2,4) y
cuando dejó el ministerio el PBI habla crecido un 10,3 por ciento (en 1964) y
un 9,1 por ciento (en 1965)." …"La Inflación, por esos años de
leyenda, llegó a un Insoportable 12 por ciento anual en su momento cumbre, lo
cual motivo lógica preocupación en círculos militares celosos del rumbo del
país. Cuando lo derrocaron a IIIia (fines de junio de 1966) la inflación en
esos primeros meses del año era del 6 por ciento anual. Algo insoportable.
Pero quizás esos datos digan poco. La participación de la
industria manufacturera en ese producto bruto floreciente (una participación
que en estos últimos años es casi nula) fue del 31,8 por ciento, del 33,9 por
ciento y del 35,1 por ciento, sucesivamente, en el trienio de lllia."
Y sigue más adelante con su inconfundible estilo "Y voy
a los archivos del Banco Central, y agarro un mamotreto que se llama Producto
Bruto e Ingreso en la Argentina, volumen II, páginas 118 y 119,y me quiero
morir por haber llegado al mundo tan tarde (qué me hiciste, vieja querida).
Allí están los numeritos que cantan la justa, los salarios con un poder
adquisitivo como nunca antes habían tenido y como nunca más tendrían, encuentro
los planes de vivienda, encuentro una distribución de riqueza per cápita que
parece copiada de Suecia o Canadá, encuentro una disminución inconcebible en la
deuda externa (¿habrán sido los banqueros nomás, che?), encuentro otro país.
Y están las maravillas que no se pueden medir con números,
los Instituto Di Tella, los conservatorios, las becas, el estímulo a
la creación (el estímulo monetario y el otro, el mayor de todos: la libertad
más absoluta), el nacimiento de una nueva gran camada de plásticos, escritores,
actores..."
La intención de la cita de Enrique Vázquez, más allá de
entender su recorte en el análisis de este período (datos recabables si
cualquier lector lo quisiera hacer), no es más que para dar una
pincelada de dos períodos que ya se convirtieron en historia y que se pueden
ver a la distancia. Digamos que lo bueno que venía a hacer la Revolución
Argentina era destruir lo bueno que se había realizado en el gobierno de don
Arturo. Y si bien "bueno" está utilizado dos veces, se hace obvio que
lo bueno para una visión ideológica no es lo mismo que para la otra.
Como última cita a la nota de Vázquez anoto un párrafo de lo
que escribió "el periodista Ramiro de Casasbellas, golpista en 1966,
tuvo la valentía de repudiar públicamente sus posturas de entonces. En el
"Diario popular", donde escribe sus editoriales...."
"...Doy fe: yo era, entonces, el director de Primera Plana, y no terminaré
de avergonzarme por haber sumado la voz de esa revista al coro de los
adversarios del gobierno.
Pudieron más que la prensa, es obvio, los intereses
económicos, disgustados con esos raros patriotas que no se inclinaban ante el
Banco Mundial, el Fondo Monetario o los consorcios petroleros, que reducían la
deuda externa en lugar de acrecerla..."
Ahora, y aprovechando este paso por el tiempo que da
la letra escrita, vayamos de junio de 1982 a mayo de 1966, un mes antes del
golpe de Estado. El la revista PRIMERA PLANA, un joven Mariano Grondona,
desde la página 11 y con el título de "El presidente" escribe:
"En su mensaje al Congreso, el doctor Illia contrapuso a la
creencia en un "presidente fuerte" —que reconoció como dominante en
la opinión pública— su propia idea de un Poder Ejecutivo que concurre con los
demás poderes nacionales y provinciales en la tarea de conducir la Nación y que
comparte con ellos, por lo tanto, su responsabilidad.
El concepto que el presidente tiene de su cargo deriva del
"mecanicismo" liberal, que imaginó al Estado como un sistema de pesos
y contrapesos y como un equilibrio de competencias y jurisdicciones. El
presidente, según esta versión, es sólo "uno" de los engranajes del
mecanismo y, en consecuencia, la responsabilidad —como dijo el doctor Illia—
está "descentralizada". Pero esta visión de la presidencia ignora lo
que ella tiene de "nuestra", de "argentina', y no advierte que
nuestra tradición se aparta decisivamente, en este punto, de la tradición
parlamentaria y liberal." Casi podría decirse que lo acusa de demasiado
democrático, de creer en los poderes del Estado.
Luego, el 16 de junio de 1966 (a días del golpe), La revista
"Gente y la actualidad" titula su nota editorial como "Cambio de
fondo... o de formas" En ella va dando lo que podría llamarse la
explicación del porqué era necesario un golpe de Estado. En el desarrollo de la
nota propone "están llevados precisamente a afrontar los problemas más
criticados por la oposición y, lo que es más grave, por el ejército". Esto
último pone en protagonismo usual al ejército por sobre la política, propio de
esos años y apoyado por los medios de comunicación. Termina la nota,
así en mayúscula, como dando un grito: "ÚLTIMAS NOTICIAS SEÑALAN LA
TOZUDEZ DEL PRESIDENTE COMO EL PRINCIPAL ENEMIGO DE LAS REFORMAS QUE PRETENDEN
LOS MINISTROS. UN CAPÍTULO QUE TODAVÍA NO ESTÁ CERRADO.
¿CONTINUARÁ?" Estos signos de interrogación plantean la duda
sobre la continuación del gobierno y sigiriendo el deseo de que no
suceda.
Luego de ser llevado a cabo el golpe de Estado, ya en enero
de 1967, la misma revista, pone en tapa al Gral. Onganía y editorializa con el
titular "Habló Onganía (Lo que piensa la calle)". En la nota destaca
pasajes del discurso, y bajo la cita textual de las palabras del dictador, lo
que dicen "piensa la calle". Para muestra basta un botón, reza el
dicho popular, presentaremos sólo uno de los pasajes (la nota completa acompaña
esta estrada de "Pasado en letras"): Habló Onganía "El
desgaste natural y a veces inevitable en la tarea de gobierno ha provocado el
cambio de hombres que han cumplido, con alto sentido patriótico y destinterés,
una tarea que no era fácil. La revolución no los olvida y el país algún día
reconocerá la entereza con que enfrentaron momentos difíciles de un acontecer
que ya es histórico." Lo que piensa la calle Después de la
primera alarma la gente ha visto con buenos ojos el cambio de gabinete.
Demuestra que el gobierno procede con mano recia; queda la convicción de que no
titubea cuando se trata de buscar los hombres que necesita. Y además, ha dejado
la sensación de que no escatima reconocimientos para quienes pusieron a su
servicio sus mejores condiciones.
En página siguiente titula "Sentir la revolución"
y en una parte dice "Aceptamos, además, que junto con la obra práctica
corra pareja la acción psicológica lubricante."
En la misma publicación presenta a quien será el
ministro de economía: "Después de 9 años el Dr. Krieger Vasena (46
años, casado, dos hijas, doctor en Ciencias Económicas) vuelve a la función
pública en un cargo ejecutivo. En 1957, durante la gestión de Pedro Eugenio
Aramburu, Krieger Vasena reemplazó a Roberto Verrier en
el Ministerio de Hacienda."
Se podría recapitular que al gobierno de Arturo Illia,
nombrado en esa época como un débil y lento camino que no conducía a nada, con
aumento del PBI y una inflación del 12% promedio anual, con varios
aciertos en relación a las mayorías populares; recibió la campaña de medios que
lo quitó del poder y entregó al país a las manos del liberalismo económico.
Jorge Lanata en "Argentinos. Tomo 2" escribe: Confirmado publicó
el 23 de diciembre de 1965 un artículo titulado: "¿Qué sucederá en
1966?" que describe minuciosamente el desarrollo de las operaciones
militares para derribar al gobierno. La revista de Timerman proponía
una fecha, el 1 de julio de 1966, y concluía que la caída de Illía en
1966 "era inevitable". Al comentar su propio rol en la creación del
mito de Onganía, Mariano Grondona, entrevistado por Robert Potash el
10 de junio de 1986 aseguró: "Todos en esa época, yo mismo, contribuimos a
crear una suerte de mito con Onganía, en el cual necesitábamos creer nosotros,
por lo pronto. Necesitábamos creer que existía alguien. Por ejemplo, yo en
Primera Plana contribuí a la formación de un mito y después el pobre hombre no
pudo estar a la altura del mismo rol que nosotros habíamos imaginado para
él".
En abril de 1967, la revista "Panorama" en la nota
de Alejandro P. Martel (pseudónimo de Marcos Merchensky) "Los años
duros" enumera los puntos del plan económico nombrado como " La gran
transformación" de Krieger Vasena. Obviamente se devaluó el
peso, se bajaron los impuestos a las importaciones, se benefició al campo. En
uno de los párrafos confiesa "El efecto de los nuevos impuestos creados no
podrá ser otro que reducir la capacidad de consumo de los sectores
habitualmente compradores de la vasta gama de artículos que completan hoy el
confort hogareño."
Otra vez sucedía lo que para esa época tenía como referencia
lo realizado en la década del 30 tras el derrocamiento de Irigoyen o la
"Revolución Libertadora" que derrocara a Juan D. Perón.
Pasó el tiempo y su circularidad borgiana presentó otras
vueltas, esta vez democráticas. Recordemos como Krieger Vasena sirvió
a más de una dictaura, Álvaro Alsogaray participó con las de Pedro
Aramburu y Juan Carlos Onganía para luego volver en la década del 90 con un
gobierno democrático (Carlos Menem). Quizá esto demuestre que tanto uno como
otro no defendían los intereses de los gobiernos de facto sino de los dueños de
los medios de producción que los impulsaban como intermediarios. Hoy las
fuerzas armadas no son las necesarias para llevar a cabo los planes económicos
del poder multinacional, dejaron paso, dictaduras sangrientas mediante, sólo a
los medios de comunicación, que como decía Carlos Abrevaya en su
libro "Medios locos": son como el manual de estudio de la gente
grande.
Tenemos como historia reciente, en el año 2001, un grupo de
empresarios y economistas que tomaron el país y lo dejaron en una de las peores
ruinas económicas y sociales. Hambre, desocupación, desaparición de la
industria nacional, bicicleta financiera y un extenso etcétera destructivo para
las mayorías trabajadoras.
Ojalá que ningún medio de comunicación haga lo que Primera
Plana, Panorama, Gente y la actualidad, Confirmado,
etc. hicieron para desandar los caminos de don Arturo y volver a colocar en el
gobierno a los que siempre destruyen lo construido para las mayorías populares.
¿?
También podría suponerse que desde algún blog, dentro de
cuarenta años, algún coleccionista de revistas agregue algún post contando como
comunicadores sociales y formadores de opinión, impulsados por distintos
intereses, trazaron la realidad más allá de lo que sucedía.
Nota de "Pasado en letras" para descargar
Nota de "Pasado en letras" para leer en línea
Nota revista "Gente y la actualidad de junio de 1966
Nota revista "Gente y la actualidad de enero de 1967
Nota revista "Panorama" abril de 1967