Es fácil decir a esta altura de la historia que las repúblicas americanas fueron creadas para instituir en América Latina las burguesías que sólo permitirán gobiernos que asuman el rol de distribuir liberalismo económico. Las ideas fundacionales de los Estados Americanos actuales son tan unánimes como las dictaduras que se extendieron en siglo XX para sostenerlos.
Como es intención de este blog buscar algunas hojas de ruta que encaminaron este recorrido, en la nota de hoy vamos a situarnos en 1964, precisamente en septiembre de ese año, en Chile. Salvador Allende le disputa la presidencia a Eduardo Frei. Aquí la revista PANORAMA en la edición de ese mes, bajo el título de Otro dilema para América Latina se pregunta ¿Está Chile a punto de convertirse en la segunda república socialista del continente y en la primera en que el comunismo internacional logre el poder por la vía legal? Luego afirma “crecen la incertidumbre y la preocupación, no solo en Chile, sino también en el ámbito internacional”. Más allá de las dudas sobre la preocupación del uso de la legalidad democrática que puede surgirle a nuestro lector, sorprende que una República centenaria dudara de los mecanismos que América había elegido para instituir a sus presidentes. Igualmente para tranquilizar a sus lectores la revista PANORAMA informa que “El Departamento de Estado norteamericano envió observadores especiales, y los principales diarios del mundo dieron con frecuencia amplia información sobre el proceso electoral.” Surgen aquí unas cuestiones que no son el eje de nuestra nota pero que son ineludibles: ¿Habrán producido la misma preocupación e incertidumbre las cuestiones chilenas luego de la alteración democrática del 11 de septiembre de 1973? ¿Y en la Argentina del 76? Lo veremos en alguna otra nota de Pasado en Letras.
Siguiendo con la naturalidad y el despojo del discurso que nombra como autoritario el posible gobierno elegido popularmente, cuando habla de las lógicas alianzas electorales, no se deja de marcar postura ideológica: “Para Allende, el apoyo radical era esencial, no solo por su volumen de votos (430.000), sino porque ese apoyo le daría a su candidatura el timbre democrático que necesitaba.” Y dice “timbre democrático” como si ganar una elección no lo fuera.
Un punto especial lo marcan las descripciones de los candidatos en disputa.
“Allende, dueño de una oratoria ampulosa pero certera, es fundador del Partido Socialista y fue ministro varias veces, la primera en 1938, durante el gobierno izquierdista de Pedro Aguirre Cerda. Sus detractores lo acusan de "burgués", y se comenta que encarga sus trajes en Londres y que en su casa juega al ajedrez con piezas gigantescas, de auténtico marfil chino. Eduardo Frei es un hombre dinámico, orador profundo y emotivo. Fundó la Falange Nacional en 1932, desprendiéndose del tutelaje del Partido Conservador. Excelente padre de familia (7 hijos) y católico observante, cometió la "mejor" gaffe de la campaña al dirigirse al público desde el Canal 9 de TV como ‘señores televisores’.” Dejamos en el lector los enfoques comparativos elegidos y los todavía utilizados “se comenta” sin fuente ni acreditación de verdad.
Luego compara sus propuestas de gobierno: “Frei preconiza las reformas estructurales en libertad, como dicen sus lemas. Propugna la reforma agraria "sin llegar al despojo" y promete el trabajo intensivo en aquellas tierras mal laboradas y la parcelación de predios que no producen por lenidad de sus propietarios. Allende, en cambio, hace sus ofertas bajo el patrón castrista. Promete la nacionalización de las minas de cobre expropiando a las grandes compañías (Anaconda y Braden, esta última subsidiaria de la Kennecott) y la reforma agraria bajo el lema de "la tierra para los que la trabajan". Preconiza también la reforma industrial, nacionalizando todo lo que huela a extranjero, y reformas del régimen crediticio, cambiario, educativo, etc.”
¿A quién hubiera votado usted, querido lector?
Para terminar la nota, la revista PANORAMA elige una ¿velada? Amenaza: Pero no obstante estar a pocos días del acto comicial, subsiste aún, debido a la tradición legalista de la que se enorgullecen los chilenos de todas las corrientes ideológicas, la incógnita acerca de qué hará el ejército en el caso de una victoria legal del comunismo. Por el momento solo cabe esperar, según la vieja fórmula, "que hablen las urnas".
Las urnas hablaron y para la tranquilidad cristiana, castrense e internacional dijeron Eduardo Frei.
La revista PRIMER PLANA del 15 de septiembre de 1964, con un enviado especial, mostró la alegría imperante ante el triunfo de la democracia.
La nota se titula Los 120 días de Eduardo Frei y comienza: “El atildado funcionario de banco mostraba una cabeza cuidadosamente afeitada al rape. En la plaza Bulnes, treinta jóvenes, uno tras otro, se arrojaron vestidos a la pileta. Otros desfilaban por la calle Ahumada en paños menores: no faltó alguna muchacha en mokini, por cierto que arrebujada en una toalla. Un diputado cargaba en hombros a otro mucho más corpulento que él. Alguien llevaba una máscara con gruesas orejas y esta inscripción: "Soy un burro, voté por Allende". Era el día siguiente de las elecciones que consagraron presidente a Eduardo Frei…”
Más adelante agrega “La contienda cívica había terminado y los chilenos se entregaban a la chacota: ¿hay algo más democrático que reírse de sí mismo? Bajo el cielo gris perla de la capital andina, con un Sol convaleciente que entibiaba las cimas nevadas, los nervios se habían distendido. No sólo los directivos de la Anaconda y la Kennecott —las dos compañías norteamericanas que explotan todo el cobre chileno— se habían salvado de la expropiación. Todos, aun los vencidos, parecían experimentar una sensación de alivio. Deseada o no, la aventura era temible.”
Las dos notas completas acompañan esta entrada de pasado en letras. El lector podrá completar con su lectura toda la campaña a favor de una democracia que solo sirva como manifestación popular si defiende los intereses de las minorías que formaron estas repúblicas. Como última cita textual agregamos estas líneas de PRIMERA PLANA: “Un colega chileno dijo al enviado de PRIMERA PLANA: ‘Preferíamos a Allende: a él se podía derribarlo con un golpe militar, a Frei no.’”
La historia dijo que las preferencias del golpista se cumplieron y demostraron que la democracia no es posible si no está a tono con las iniquidades imperantes.
A mirar con lupa los vaticinios de la prensa que hoy también deja ver lo que es y no es Democracia, libertad de prensa, libertad de mercado y todos esos mecanismos que se utilizan para dejar el mundo tal cual está.
Acompañan esta nota los textos completos para hacer la lectura personal crítica y divergente.
Jorge Luis Narducci
Texto original .pdf
Panorama: Otro dilema para América Latina y Primera Plana: Los 120 días de Eduardo Frei Aquí
Texto "Pasado en letras" .pdf