Recuperar textos que alguna vez explicaron o adelantaron lo que sería la realidad, que pusieron en juego nuevas concepciones que hoy son moneda corriente. Fragmentos de revistas, libros, notas sueltas, videos. Todo el material aquí contenido es solo para compartir lecturas. No se saca ningún provecho económico.

lunes, 25 de noviembre de 2013

De Marco Polo y el rinoceronte a Borges y Tlön

Para explicar lo desconocido no hay otra herramienta que hurgar en nuestra biblioteca cerebral y, uniendo un cuerpo con una cabeza, hacer a lo nuevo parecido a lo viejo. Umberto Eco nos acerca en el capítulo dos de “Kant y el ornitorrinco” la experiencia vivida por Marco Polo al visitar Java donde se topa por primera vez con un rinoceronte. “Se trata de animales que no ha visto jamás, pero, por analogía con otros animales conocidos, distingue el cuerpo, las cuatro patas y el cuerno. Como su cultura ponía a su disposición la noción de unicornio, precisamente como cuadrúpedo con un cuerno en el hocico, Marco Polo designa a esos animales como unicornios.” 
Marco Polo ve en el rinoceronte la cristalización de lo fantástico. Ve real a un ser fantástico. Si bien después se rectifica alejando a este animal de aquél “Son animales de aspecto muy desagradable y no se parecen en nada a las descripciones que de ellos hacíamos” El Millón, capítulo 143, cuando lo describe lo hace diciendo “se parecen a los búfalos en el pelaje, mientras que sus patas recuerdan a la de los elefantes…. Tienen la cabeza como los jabalíes” y ya es la zoología empírica lo que lo alienta y le permite armar este rompecabezas animal.  
Son la creencia primero y la comparación experiencial después, como constituyentes de su subjetividad, las que le permiten nombrar lo nuevo.  
En su escala comparativa entran el unicornio, el búfalo, el elefante y el jabalí. Aquel que leyera por el 1300 la obra de Polo, ya consustanciado con el relato, daba por cierto que existían animales, humanos, culturas, formas de gobierno, etc. distintas a las que su experiencia le brindaban. Marco polo tenía en su disposición cultural al unicornio y en su libro escribió lo que pasaría a formar parte de la disposición cultural de su lector. Y ya tenemos uno que nombra Unicornio y otro que describe a un animal extraño, ambos por voz ajena. 
Partiendo del rinoceronte, la voluntad del escritor en nada parece alentar una construcción ideológica o de posicionamiento de un lado o del otro. Ya que la existencia de un animal más o menos no hace al crecimiento de un imperio. 
Distinto es el relato propuesto por Ulrico Schmidl en su “Viajes al Río de la Plata” donde relata la reacción de defensa de los pobladores del territorio como ataques a la integridad del invasor y hasta le agradece a Dios haber matado a miles. Dice el escriba alemán: “De los nuestros cayeron unos 20 y de los de ellos como mil… Así, pues, Dios, que todo lo puede, tuvo a bien darnos el triunfo, y nos permitió tomarles el pueblo”  
Y un nuevo lector ya se lamenta por los veinte y se regodea por los mil. La mayoría lejanos pero enterados, los lectores de Polo y de Schmidl saben de algo y lo cuentan, pero los del último ya empiezan a entender que hay buenos y malos, y los bárbaros son los malos. 
Con la manera que uno comienza a repetir y repetir las cosas que lee y se vuelve loco jugó ya Cervantes con Don Quijote. En el primer capítulo cuenta: “En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.” 

Y recuerda con este machacar en la lectura y la hipnosis del tanto machacar a los libros religiosos que transforman en empírico algo insustancial y absolutamente alejada de la experiencia. 
El mundo mediado por otros hizo conocer datos imposibles de vivenciar, pero junto con los datos vinieron las subjetividades a lo Ulrico, y las construcciones de la realidad a lo Quijote de quienes leían.  

Dos siglos y medio después de que Cervantes dejara este mundo Honoré de Balzac comienza a mirar no a escribas del nuevo mundo ni a escritores de gran pluma, posa su interés en los periodistas, en “ MONOGRAFÍA DE LA PRENSA PARISINA: LOS PERIODISTAS” el autor nos anuncia “El público puede creer que hay varios periódicos, pero no hay, en definitiva, más que un solo periódico.” 
“Todos los periódicos de París han renunciado, por motivos de economía, a hacer, por su cuenta, los gastos a los que M. Havas se dedica tanto más cuanto que tiene ahora un monopolio, y todos los periódicos, dispensados de traducir como antaño los periódicos extranjeros y de mantener agentes, subvencionan a M. Havas con una suma mensual, para recibir de él, a hora fija, las noticias del extranjeros.  
Cada uno tiñe de blanco, verde, rojo o azul la noticia que le envía M. Havas 
Balzac no está más que describiendo la forma en que comenzaron las agencias de noticias. Es allí quizás cuando el manejo de lo escrito comienza a decir lo que pasa, lo que debe pasar, lo que es, lo que no es. 
Si el manejo informativo de hoy hubiera estado cuando Marco Polo vio por primera vez al rinoceronte, no cabe ninguna duda que se hablaría de la existencia de los unicornios, y a lo Quijote y de tanto leerlo se vería al poco agraciado animal como un caballo blanco, suave y con un cuerno, digamos, azul. Y si para tocar o encerrar al bicho se tuvieran que matar a todos los habitantes de la zona, se describiría a lo Ulrico a los bárbaros que atacaban al civilizado para evitar que éste toque al ya aterciopelado animalito. Don Havas estaría levantando la información y, recortado y seleccionado el texto, diseminándolo al mundo como una verdad irrefutable. 

Explicitar que nadie puede conocer todo lo que conoce sino media entre él y el objeto (hecho o cosa) alguien, es una obviedad. Pero esto se transforma en conflicto cuando hay sólo quien recibe y quien media y el objeto carece de existencia y es el mediador el que lo inscribe en el mundo real. 
El unicornio fue luego rinoceronte, pero el animal estaba. Don Ulrico no hizo más que expresar su subjetividad, pero el hecho existió. ¿Qué lugar ocupa la lectura quijotesca sobre las noticias de Havas 

Es Borges en “TlönUqbarOrbis Tertius” quien descubre la creación del mundo ilusorio “Esa revisión de un mundo ilusorio se llama provisoriamente Orbis Tertius” dice y  un paso más al asegurar que ya hay objetos de Tlön diseminados por el mundo. Esta inclusión en el mundo real se da no por la literatura o por los diarios de viaje o los periódicos sino por algo instituido más fuertemente por la cultura, el tomo XXVI de The Anglo-American Cyclopaedia 

En “La guerra del golfo no ha tenido lugar” (No existió) Jean Baudrillard  en 1991 ya pasaba al ensayo lo dicho literariamente “Ya no estamos en una lógica de pasar de lo virtual a lo actual, sino en una lógica hiperrealista de disuasión de lo real mediante lo virtual.” 
Preguntas fáciles que tientan: ¿Leeremos a lo Quijote? ¿Existirá hoy un Havas omnipresente? ¿Ya no sorprende la historia a lo Ulrico? ¿Es lo dicho un mandato religioso en donde se cree aunque no se ve? 

Es quizá Carlos Abrevaya en “Medios Locos” del año 1989 el que anuncia alguna de las primeras observaciones con un ejemplo concreto. Dice “los medios de difusión masivos son como el manual de estudio de la gente grande "... hagan un esfuerzo por aceptar lo que tiene de verdadero esta frase: de los medios de difusión aprendemos cotidianamente conductas, conocemos límites, con ellos nos asustamos, nos entusiasmamos, nos deprimimos, nos unimos y nos separamos, nos desarrollamos o nos volvemos tontos.” 

Es probable que se caiga en la autoflagelación cultural cuando se descubre que la existencia de un pensamiento propio no es más que la construcción de un conjunto de vectores que apuntaron a nuestra formación. También se puede caer en la inmediata desconfianza de todo lo conocido y de todo mediador entre lo que "es" y nosotros. Para sobreponerse a ambas situaciones, y como propuso Ricardo Pereyra, amigo y conductor de "La musa equivocada" en el programa en el que hablamos sobre este tema, "para defenderse de esto hay tres instancias: Primero el pensamiento crítico, segundo el pensamiento crítico, y por último, el pensamiento crítico." 
Jorge Narducci 
BIBLIOGRAFÍA: 
Eco, Umberto, Kant y el ornitorrinco, ED. Lumen, 1997 
SchmídelUlrich, Viajes al Río de la Plata, 1534-1554 
De Cervantes Saavedra, Miguel, El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, 1605 
González, Frank, Las agencias de noticias internacionales: predominantes e influyentes, Mayo 2009, http://www.saladeprensa.org/art837.htm (Consulta, Lunes 25 de noviembre de 2013) 
Borges, Jorge Luis, TlönUqbarOrbis Tertius, en Ficciones, 1940 
Baudrillard, Jean, La guerra del golfo no ha tenido lugar, Anagrama, 1991 
Abrevaya Carlos, Medios locos, Ediciones de la Urraca, 1989

domingo, 27 de octubre de 2013

Notas de colección: I Musicisti y Salvador Dalí

En esta Nota de colección se presenta una entrevista a Salvador Dalí publicada en la revista "Gente y la actualidad" en febrero de 1973 y una nota sobre el grupo "I Musicisti" grupo liderado por Gerardo Masana y con la participación Carlos Nuñez, Jorge Maronna, Daniel Rabinovich, Marcos Mundstock, Jorge Schusheim entre otros.
Esta nota publicada también en la revista "Gente y la actualidad" pero en junio de 1966.
Como habrá notado el lector, "I Musicisti" es el grupo que dio paso a "Les Luthiers"
Se presentan en formato .pdf la nota completa sobre "I Musicisti" y una autobiografía de Salvador Dalí publicada en la entrevista antes mencionada.
También, en el enlace a Picasa,  se comparte un álbum con las imágenes tomadas de la revista con las notas completas.
Como novedad, se presentan dos enlaces con archivos que pueden ser leídos más cómodamente en teléfonos celulares.
A disfrutar de este "Pasado en letras"

Autobiografía de Salvador Dalí:
Formato .pdf
Para Celular

I Musicisti:
Formato .pdf
Para celular

Álbum Picasa con las imágenes de las publicaciones

sábado, 19 de octubre de 2013

Lecturas de manual. Hoy: La madre

Se presentan en esta entrada distintos textos de libros de lectura que hacen referencia a “La madre”.
A pesar de la distancia en el tiempo y los cambios que se produjeron durante los últimos años, no deja de llamar la atención la exaltación de la figura materna como un ser cuasi religioso, impecable, responsable de sus obligatorios “quehaceres hogareños”, temerosa y protectora hasta lo superlativo, etc.
un "Pasado en letras" y en imágenes que no sólo muestra una mirada de la madre sino, por su contexto escolar, una manera de formar a la ciudadana que también debería ser esa figura femenina.

Enlace al archivo .pdf con los textos


Lectura relacionada: Día de la mujer

sábado, 12 de octubre de 2013

La educación en perspectiva


Volvemos luego de un período marcado por el azar que conjugó siglos de historia en hechos mínimos para la construcción humana pero sustanciales en la construcción personal. “Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora. Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, en la tierra y el mar, y todo lo que realmente me pasa me pasa a mí…[1]
Es necesario repetir que lo aquí escrito no es fruto de un investigador profesional ni amateur, es el deseo de querer ver en el presente las huellas que un pasado escrito, un “Pasado en letras”, fue marcando de modo teórico y una realidad que tomó caminos totalmente distintos a los enunciados.
Quizá la búsqueda de objetos en el pasado remoto permita dilucidar los arrabales de aquellos. La edad de piedra, de hierro, de bronce proclaman en los objetos las acciones de los hombres en esas circunstancias, el sedentarismo fruto de la agricultura, el origen de la ciudades, los imperios. La duda que se impone es si los futuros arqueólogos que descubran las publicaciones del siglo XX podrán recomponer las circunstancias y las acciones de aquellos que manipulaban esos objetos culturales. ¿Se podrán comprender las desigualdades sociales en los textos que sobrevivan o se hablará de la “Belle Époque” y sus maravillas? ¿Habrá alguna señal que indique que todo lo escrito desde los narradores de la historia deja de lado la gran cantidad de seres humanos que sufrieron la marginación? Cuando se reconstruya la era del capitalismo (porque en algún siglo deberá terminar) ¿Cuáles serán los elementos tomados en cuenta para ello?
Los escritores de la historia serán los escritores del presente. Quizá las revistas, los libros, los diarios, algún disco rígido con versiones digitales de nuestro presente transformado en su pasado tornarán en piezas de arqueología.
El año, 1972. El mes, Junio. La publicación, El correo, Ed. UNESCO. El tema, Fracaso escolar y origen social de los alumnos. Si bien no se puede tomar esto como una pieza arqueológica, sí se puede recrear la circunstancia. Un lector recibe en sus manos, hace 41 años, esta publicación y lee “¿En qué medida influye el medio social de un niño o de un adolescente —su hogar, la situación económica de sus padres, el barrio en que habita— en sus posibilidades de aprovechar plenamente la educa­ción que recibe?[2] Y columna abajo “El derecho a la educación ya no constituye simplemente un vago ideal, sino que ha sido incorporado a la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por las Naciones Unidas en 1948, y los gobiernos reconocen actualmente su obligación de garantizar a sus pueblos la igualdad de oportunidades para el ejercicio de ese derecho.”[3]
Revista arriba, en página 7, como epígrafe de una foto repleta de niñas zaireñas (hoy congoleñas) lee, o vuelve a leer: “En esta foto no aparecen más que chicas. Pese a los movimientos de liberación de la mujer que surgen por todas partes, las muchachas y las mujeres siguen representando el grupo más nutrido de personas en situación de desventaja en lo que toca a la educación. Las alegres niñas de la fotografía, alumnas de una escuela de la República de Zaire, son más afortunadas que millones de sus hermanas de todo el mundo, privadas todavía de educación por la simple razón de su sexo.[4]
Luego, hasta la página 12 encuentra las “Diez causas principales de la desigualdad de oportunidades” que se enumeran a continuación:
La situación de desventaja de un niño puede deberse a[5]:
1. que su familia sea pobre
2. unas oportunidades limitadas de desarrollar su lenguaje y su capacidad mental
3. que existan unas diferencias muy acusadas entre los valores de su hogar y su medio ambiente y los de su escuela y su clase
4. que el niño pertenece a una minoría racial o étnica o a una casta inferior.
5. que el niño lleva una vida de continuos desplazamientos
6. que el idioma en que se imparte la enseñanza no sea el dialecto o la lengua materna del niño
7. que el niño vive en una zona geográficamente aislada
8. a que se trata de una niña o que ésta pertenece a un grupo religioso determinado
9. (que) puede originarse en toda una serie de factores escolares
10. Origen y medio social

Texto y contexto suponen a un lector entusiasmado por el porvenir. Se supone un lector con inquietudes sociales al comprar esta revista;  el órgano al que pertenece la misma es nada menos que las Naciones Unidas; el tema preocupante será puesto en agenda inmediata para la igualdad de oportunidades.
El tiempo transitado permite observar que, como fue dicho por líderes latinoamericanos en la última Asamblea General, los deseos de los que algo pueden hacer siempre son enunciados y nunca llevados a cabo. Basta consultar, actividad que se deja al lector interesado, los pormenores que habrán vivido las niñas zaireñas en estos años (suponiendo que todavía hubiera alguna viva) en alguna enciclopedia, además de comparar las causas de la desigualdad de oportunidades allá y acá en el tiempo.
Se dejan los textos nombrados en el artículo en su versión “Pasado en letras” y el .pdf con la revista completa. Se aclara que no se persigue ningún beneficio económico con esta publicación y que los archivos que acompañan solo tienen como objetivo hacer circular la letra escrita sobre el pasado reciente, en definitiva, el “Pasado en letras”
Jorge Luis Narducci

[1] Borges, Jorge L., El jardín de los senderos que se bifurcan, en Ficciones
[2] UNECO, El Correo, 1972, pág. 4
[3] Op. Cit.
[4] Op. Cit. pág. 7

sábado, 3 de agosto de 2013

Lecturas de manual. Hoy: el indio

En una de las manifestaciones en que más se cristaliza la formación subjetiva sobre los otros es en las opiniones o en la forma de referirse a los habitantes originarios de este país (y de todos los otros). El eufemismo o la cordialidad con que se nombran a aquel y este habitante denota que los derechos y las formas de pedir lo que corresponde “están bien” siempre que se trate de un ser histórico o de alguien alejado al cual se le pueda ofrecer caridad. La oposición generada en los orígenes de este estado dependiente de la economía europea entre civilización-barbarie, sigue intacta entre aquellos que se formaron con las concepciones mitristas y sarmientinas de los pobladores de estas tierras. El siglo XX desparramó de variadas formas la mirada de inferior y salvaje a aquel que no cumplía con las expectativas agroexportadoras dependientes de la economía europea. Daba lo mismo un Paraguay industrial que un mapuche defensor de su tierra y de su estirpe. Todo era arrasado en nombre de la civilización, en nombre de la economía civilizada, en nombre de los que se beneficiaban con la tierra arrasada a la barbarie.
La lectura de los libros que formaban al ciudadano civilizado, garantizaba la aceptación de lo bueno como aquello que sacudió toda molestia para hacer de Argentina (y de América) un puñado de materias primas desparramadas sobre el suelo. Las armas erradicaron la carne, y los libros la memoria. Bien lo dice el himno, “con la espada, con la pluma y la palabra” se logró controlar todo lo que se opusiera al destino fijado por aquellos que organizaron la patria.
Como ya se dijo en las otras notas de la serie “Lecturas de manual. Hoy....” la formación de los ciudadanos sobre el trabajo, la ley, el orden, lo civilizado, etc. conformó siempre un sistema de reglas que debieron aceptar las mayorías en beneficio de la minoría económicamente poderosa.
En los libros de lectura se puede encontrar una variada forma de invisibilizar o descalificar a algunos, y de sobreestimar a otros.
En 1923 se podía leer en segundo grado “Los españoles trataban de civilizar a los indios y, si no lo conseguían, los perseguían librando con ellos terribles batallas.
Hoy en el territorio argentino quedan muy pocas tribus, en las gobernaciones del norte y en
las del sud, hallándose la mayoría en estado civilizado.”(1) La idea de “batallar para civilizar” y no la de “destruir para invadir” comienza el camino. Y sigue años después con “Nosotros pertenecemos a la raza española, comprendiendo en tal dominación a España y Portugal, y a todos los pueblos que son hijos suyos...”(2)
Luego, ya en 1937, de aquel lector modelo de segundo grado,que debía entender el “batallar para civilizar”, se pasa a otro más modesto que lee, en “Viviendas indígenas”: ”Mirando una lámina sobre viviendas indígenas, se me ocurrió pensar en el cuento de los tres chanchitos.”(3) Y luego de expresar su miedo por un lobo inexistente y de otros animales feroces, culmina con “Pero ahora sé que los indios ahuyentaban a las fieras por medio de grandes fogatas y ningún lobo feroz llegó a destruir sus viviendas.” Nada dice de los que las destruyeron de tanto batallar por la civilización.
Es el infaltable “Alfarero”(4), libro que pasó más de 25 años por las escuelas del país, el que cristaliza la doctrina. En “Sacrificio por la patria” y con un retrato del Gral. Roca, cuenta que ”Los expedicionarios se dirigieron al Sur, "para someter cuanto antes, por la razón o por la fuerza, a los salvajes que impedían ocupar definitivamente los territorios más ricos y fértiles de la República".
Y luego de defender la tierra fértil , “el general Roca sometió a catorce mil indios bravíos y los concentró en colonias indígenas para habituarlos al trabajo; libró del poder del indio a más de cuatrocientos cristianos que vivían como cautivos en las tolderías y llevó al desierto los primeros progresos.”
La idea sostenida y repetida por más de cincuenta años comienza a transformarse en verdad. Ni los niños ni los adultos piensan en los “Indios”. La cantidad de tierra fértil en los territorios más ricos no sirvió para enriquecer o generar una vida digna a los millones de pobladores del país. “El éxito obtenido en la llamada “conquista del desierto” prestigió frente a la clase dirigente la figura de Roca y lo llevó a la presidencia de la república. Para el estado nacional, significó la apropiación de millones de hectáreas. Estas tierras fiscales que, según se había establecido en la Ley de Inmigración, serían destinadas al establecimiento de colonos y pequeños propietarios llegados de Europa, fueron distribuidas entre una minoría de familias vinculadas al poder, que pagaron por ellas sumas irrisorias.
Algunos ya eran grandes terratenientes, otros comenzaron a serlo e inauguraron su carrera de ricos y famosos. Los Pereyra Iraola, los Álzaga Unzué, los Luro, los Anchorena, los Martínez de Hoz, los Menéndez, ya tenían algo más que dónde caerse muertos.”(5)
El territorio para unos pocos ya es un hecho, y las lecturas comienzan a modificar el lenguaje pero no la ideología.
Los libros de lectura comienzan una narrativa del indio relacionada con su simbiosis con el caballo. En 1942, en “El indio y el caballo”(6) se avisa que esta relación comienza gracias a los españoles que trajeron el animal hacia América, y que le permitió sentir “la sensación de ser el dueño de su libertad.” Y páginas más adelante, en el mismo libro pero en “La provincia de Buenos Aires”(7) y luego de describir la provincia como un lugar con minerales, vegetación y animales y sin personas termina con “El pampero, que viene de la Cordillera y va hacia el mar, fresco y seco, barre aquellas llanuras hoy pobladas y florecientes, donde en otro tiempo, junto a una fauna salvaje de guanacos, venados y avestruces, reinó con bárbara majestad el hijo del desierto.” Y nombra en la metáfora la vieja oposición “civilización o barbarie”.
Nada para decir de “El indio del desierto”(8) texto de Dionisio Schóo Lastra, secretario privado del Gral. Roca.
Y para terminar este recorrido escolar, en “Los orígenes de muchas ciudades bonaerenses”(9) se dice hablando de los fortines: “Desde esos centros, hoy verdaderas ciudades, se combatió al salvaje. Se peleó a lanza y a sable. También a lazo y boleadora.” Y todavía en 1956 se sostiene la idea de salvaje. Como si esto no alcanzara para demostrar a quienes se reconocía como personas o civilizados, casi al final se entusiasma el autor: “ Los trenes empezaron a traer pulidos muebles de la metrópoli. Al catre lo reemplazó pronto la cama; a la tirante lona, el mullido colchón.” Se sepulta y se condena al olvido uno de los pedidos de los trabajadores de la patagonia trágica: “Abolir los "camarotes" (se trataba de unos cajones grandes sobre los que se extendía un cuero para dormir) y colocar camas o catres con colchón por cuenta del patrón.”(10)
Fuera del recorrido escolar también se utilizaron distintos textos para reafirmar qué era civilización y qué barbarie. Muchas son las publicaciones, muchos tuvieron que ser para instruir a un pueblo en la idea de que el sometimiento al poder de unos pocos era la única salida posible para construir este país.
En mayo de 1972 se publicaba “El huinca”, historieta histórica que ya, después de casi cien años de entrenamiento lector e ideológico, en una viñeta habla la civilización mitrista “Y güeno, si los indios buscan bronca, haberá que meterles una felpiada, o morir a la crioya... facón en mano”(11) (sic), y en otra la educación sarmientina “¡Andá a bañarte los sesos, indio asqueroso!”
A continuación están los textos completos que se citan en esta nota y una “Aventura completa” de “El huinca”.
Se encontrarán muchísimos más detalles que los resaltados aquí, como en todo texto, cada lector completará con la biblioteca que lleva a cuestas y su propio pensamiento histórico una mirada singular de este Pasado en letras.
Jorge Narducci

(1) Outón, Rogelio, Nuestro Libro (Texto de lectura para segundo grado), Ed. Kapeluz, 1923
(2) Tolosa – Fesquet, Proa (libro de lectura para cuarto grado), Ed. Estrada, 1935
(3) Crespo, Julia M., Camino llano, Libro de lectura para segundo grado– Editorial Kapelusz - 1937
(4) Forgione, J., Alfarero, libro de lectura para cuarto grado, Ed. Kapelusz, Primera edición 1942
(5) www.elhistoriador.com
(6) Cumora M. L. – Blomberg H. P.,Así es mi patria, Libro de lectura para cuarto grado, Ed. Estrada –Primera edición 1942
(7) Cumora M. L. – Blomberg H. P.,op. Cit.
(8) Azlor, C.I. – Conde Montero M., Atalaya, libro de lectura para sexto grado, Ed. Kapeluz, 1946
(9) Capdevila, A. –García Velloso, J., Nueva Jornada, Texto de lectura para cuarto grado– Editorial Kapelusz – Año 1956
(10) Echagüe, Carlos M., Las grandes huelgas, “La historia popular/Vida y milagros de nuestro pueblo”, Centro Editor de América Latina, 1970
(11) El huinca, Cielosur Editor, 1972

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domingo, 28 de julio de 2013

Lecturas domingueras

Se presentan cinco notas de "Pasado en letras" que intentan buscar en los libros de lectura de la primera mitad del siglo XX algunas marcas que formaron gran parte de las frases del "sentido común" actual.
Lo bueno y lo malo, el trabajo, la noción de paz y orden, etc.
Una oportunidad para ver desde otro lado lo que se acepta como instituido y normal.
Buena lectura y a disfrutar del pasado en letras
Valores del antaño
Los niños y el juego
Leer historia, leer presente
Lecturas de manual. Hoy "El trabajo"
Lecturas de manual. Hoy "La ley y el orden"




viernes, 26 de julio de 2013

Lecturas de manual. Hoy: La ley y el oden

Lecturas de manual. Hoy: La ley y el orden
¿Cuál es el parámetro para medir el bien común? ¿Quiénes fueron los que construyeron esa regla (con la que se mide la ley) de resguardo de la ley? ¿A quiénes benefició la organización de un estado con las leyes y garantías con las que se fundaron los estados americanos a fines de siglo XIX?
Con la mirada desde lejos y con los resultados vistos ciento cincuenta años después, la respuesta no debe ser difícil de encontrar; sin embargo el accionar de las fuerzas del orden nunca fue puesto en duda por las grandes mayorías, y los “insurrectos” fueron poco a poco exterminadas con la mirada complaciente o pasiva del resto.
El uso de la lógica no es conducente en el estudio de las ciencias sociales pero si lo fuera, la idea de bien  común debería siempre alentar al beneficio de las mayorías. Pero, y ya se presentó en la entrada anterior  “Lecturas de manual. Hoy: el trabajo” que las mayorías obreras siempre recibieron el embate de la “autoridad” cada vez que reclamaron por sus derechos. Si una empresa tenía cientos de obreros con condiciones laborales lamentables, la rebelión del trabajador era tomada como una ruptura del bien común, no como respuesta a la situación de explotación. La posición subjetiva de la narración histórica generó la idea de “revoltoso” o “insurrecto” en aquel que no aceptaba la explotación.  El hacinamiento y la explotación cambiaron al dócil obrero inmigrante que iba a engrandecer la nación,  por el  trabajador y ciudadano con construcciones colectivas. “En el país habían ocurrido muchas cosas. Desde 1904, por ejemplo, regía la ley de Residencia —esa ley violatoria de la Constitución del 53— obra del diputado Miguel Cané, autor de «Juvenilia». Ya había huelgas heroicas y sangrientas. Desde 1889, la oligarquía argentina, empeñada a resolver  ‘los conflictos  entre el capital y el trabajo’, venía queriendo solucionar las huelgas a sablazos y a tiros, con calabozos y destierros.”[1]
Entonces, ¿cuál era la idea de bien común? Una posible respuesta es la de no trastocar las condiciones impuestas por el orden liberal. Mientras se acepta la explotación “igualdad y fraternidad” cuando se busca la condición digna “sablazos y a tiros” y alteración del bien común.
Como pequeño repaso de las acciones de las fuerzas del orden tenemos desde la “Huelga de inquilinos” hasta “El Cordobazo”, desde la “Semana trágica” hasta “La noche de los bastones largos”, desde el asesinato de Bordabehere hasta el bombardeo a Plaza de Mayo, pasando por otros muchos, los defensores del orden siempre tuvieron como objetivo a aquel que alterara el régimen de las minorías.
Pero así, con esta obvia resultante en la observación a través del tiempo del accionar de las fuerzas del orden a favor de las minorías económicamente poderosas ¿Por qué no alcanzó un siglo para sumar a los muchos y hacer de esta nación (de este mundo) un lugar más justo? Una posible respuesta es la formación que se brindaba a los hijos de los obreros en las escuelas. A lo ya dicho sobre el trabajo y los libros de lectura, debemos agregarle la mirada sobre las fuerzas del orden.
En 1913, un cuadernillo de “Instrucción cívica” para niños dice: “Si un niño fuese abandonado al principio de su vida, moriría pronto, porque para vivir necesita ser cuidado, alimentado, vestido y vigilado.
Además, cuando el niño ha llegado a cierta edad, necesita educarse, para no ser un infeliz…”[2]
Bajo el título de La familia se afirma lo siguiente: “A las personas que por su deber, su valor u otra causa se han distinguido en la sociedad en que viven, se les encarga generalmente de dirigir a las demás, de mandar, de gobernar.
Las personas que han recibido el encargo de mandar, se llaman autoridades.” Siguiendo luego en “Autoridades que gobiernan la familia y la escuela” con “En toda sociedad, grande o chica, es necesario que haya jefes o autoridades que manden y súbditos o subordinados que obedezcan.”
A la idea de vigilado y educado para no ser un infeliz se le agrega la de súbdito organización que se le encarga a una sociedad que debe sostener un régimen de minorías con poder absoluto. Y empieza.
En 1923, un niño de segundo grado leía en “El vigilante” la desgraciada historia de Atilio, un niño que al pisar una cáscara de banana cae al piso y se golpea, pero un vigilante corre raudo en su ayuda. Cuando todo termina, el padre del niño “quiso darle un billete de cinco pesos; pero el agente no lo aceptó, diciéndole que él no había hecho más que cumplir con su deber, pues su misión era velar por el bien de todos y proteger a todo aquel que necesitara su ayuda.”[3]  En el vocabulario propuesto por la lectura se encuentra “orden público”.
En 1937, también en segundo grado y en otra lectura titulada “El vigilante” otro niño lee: “Desde el momento en que un agente de policía me salvó de ser arrollado por un camión, mi admiración por los vigilantes ha ido creciendo. Todos los días, al salir de la escuela, converso un rato con mi amigo.”[4]
Luego de la salvada de los resbalones con cáscara de banana y del ser arrollado por un camión, aquel niño, ya un hombre de veinte años, y este aún pequeño dicen “experimento una admiración sin límites por ellos. (Sic)”[5]
En 1957, y abandonado el mote de “vigilante”, un niño de cuarto grado lee en “El agente de policía”: “Esta mañana, mientras el padre de Gregorio se dirigía al trabajo, fue embestido por un automóvil.”[6] El accionar de la fuerza del orden como asistente de accidentes parece ser el tema central. Pero además, también con estos pequeños actos se llega a grandes conclusiones, ya que más adelante dice “Ellos vigilan nuestro sueño; cuidan nuestros intereses; socorren a los niños y a los ancianos; no permiten que se falte el respeto al semejante; evitan muchos accidentes, y, más de una vez, exponen su vida para ayudar al prójimo.”[7]
Un trato similar se encuentra con la milicia. En “Nuestro libro” aquel niño de 8 años de 1923 tiene como lectura “La conscripción”[8]. Luego de contar lo contento que estaba su hermano de veinte años, cuenta al lector: “En el cuartel, son esperados por los oficiales, quienes, después de indicarles sus obligaciones, ordenan que les entreguen los uniformes y las armas.
“Después de haber realizado su instrucción militar volverá nuevamente a sus ocupaciones, orgulloso de haber cumplido su deber para con la patria.”
En “El uniforme”[9] un niño de nueve años es invitado a pensar sobre los “Boy-scout”. Para ello la lectura se inicia con “El nuevo concepto del uniforme es más exacto que el antiguo, que lo consideraba como una librea, como un signo de servidumbre, en la mayoría de los casos. Se puede decir con exactitud que el uniforme es signo de responsabilidad, de trabajo o esfuerzo colectivo y de honor, con la única excepción de los condenados por la justicia.” Luego, para no dejar dudas de cuál es la real intención del texto se afirma “El uniforme del agente de policía nos infunde tranquilidad, pues la presencia del agente del orden público es garantía de seguridad personal y de respeto a la propiedad.” Y finalmente ordena “Respetad siempre a los que, llevando uniforme, saben honrarlo en el cumplimiento del deber.” Aquí se cuelgan en la construcción de “bien común” dos ideas fundamentales del estado liberal, la “es garantía de seguridad personal y de respeto a la propiedad” y el “Cumplimiento del deber”. Como en todo lo anterior, tendría que saberse la seguridad personal de quién, la propiedad conseguida cómo, el cumplimiento de qué deber. Pero, son detalles.
Más adelante en el tiempo, y ya por 1956, en “El soldado”[10],  a un niño de unos 10 años se le cuenta que “Tocaba a término el servicio militar de los conscriptos de aquel año. Al día siguiente cada uno se volvería a su lugar. Y estaban contentos con esa alegría incomparable del deber cumplido y de la deuda pagada.” En uno de los pasos de la lectura se explica al lector lo bueno de haber estado allí “Mañana, cuando retornéis a vuestros hogares y os pregunten qué habéis estado haciendo en el cuartel, responded: Muchas cosas útiles y nobles hemos estado haciendo; y si bien es cierto que renunciamos a una parte de nuestra libertad, estábamos satisfechos de ello, porque renunciando a esa parte de nuestra libertad aseguramos la libertad de todos.”
Cabe preguntarse cuál es la deuda pagada, a quiénes y qué libertades aseguraron en este siglo XX las fuerzas del orden, qué cosas útiles. ¿Acaso no se los llamaba “colimba” por corre-limpia-barre?
Para finalizar, en “¡Todos somos soldados!”[11] el mismo niño lee:
…/
—Naturalmente. Todo buen argentino sirve a la patria desde niño como buen soldado.
—No te entiendo, papá.
—Vas a entenderlo en seguida. ¿Qué es un maestro en la escuela sino una especie de capitán cuyos soldados son los alumnos? Él los dirige en la gran batalla del saber contra la ignorancia, en el gran combate del bien contra el mal.
/…
Y luego, en una comparación que hoy nos daría miedo a unos cuentos, el padre adoctrina: “¿Ves cómo corren con ardor los conscriptos? ¿Ves cómo se lanzan al asalto llenos de resolución? De igual modo los niños deben recibir con alegría las órdenes del maestro, y venir al otro día victoriosos,  alegres de haber dado cumplimiento a las órdenes de su capitán.”
Es probable que haya muchos más textos, programas radiales, sermones religiosos, notas periodísticas que abonaran a los ya adultos dispuestos a escuchar estas construcciones de autoridad y de” bien y mal”.
En este contexto cabe resignificar la nota “Sobre los medios de comunicación 2” aparecida en este blog en enero y donde la cita a Carlos Abrevaya  dice: “los medios de difusión masivos son como el manual de estudio de la gente grande "... hagan un esfuerzo por aceptar lo que tiene de verdadero esta frase: de los medios de difusión aprendemos cotidianamente conductas, conocemos límites, con ellos nos asustamos, nos entusiasmamos, nos deprimimos, nos unimos y nos separamos, nos desarrollamos o nos volvemos tontos.”[12]
Este recorrido del “Pasado en letras” quizá sea una punta para ir buscando las raíces de qué es lo que hace que las minorías convenzan sobre cómo debe moverse en una sociedad.
Jorge Narducci



[1]  Echagüe, Carlos M., Las grandes huelgas, “La historia popular/Vida y milagros de nuestro pueblo”, Centro Editor de América Latina, 1970, pág. 28
[2] Gobierno Propio, Nociones de instrucción cívica al alcance de los niños, Cabaut y cía., Editores, 1913
[3] Outón, Rogelio, Nuestro Libro (Texto de lectura para segundo grado), Ed. Kapeluz, 1923
[4] Julia M. Crespo, Camino llano, Libro de lectura para segundo grado– Editorial Kapelusz - 1937
[5] Julia M. crespo, Op. Cit.
[6] Carmen N. Hermo  - Paz y trabajo -  Libro de lectura para cuarto grado– Editorial Troquel – Año 1957
[7] Carmen N. Hermo, Op. Cit.
[8] Outón, Rogelio, Op. Cit.
[9] Blomberg, H. P., El sembrador (libro de lectura para tercer grado), Ed. Estrada, Año 1925
[10] Arturo Capdevila – Julián García Velloso, Nueva Jornada, Texto de lectura para cuarto grado– Editorial Kapelusz – Año 1956
[11] Arturo Capdevila – Julián García Velloso, Op. Cit.
[12] Abrevaya Carlos, Medios locos, Ediciones de la Urraca, 1989.

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